Nuestra divinidad debe ser desarrollada
al igual que los arboles, formar raíces
profundas, crecer y dar frutos. Así como la naturaleza lo hace espontáneamente, nuestro desarrollo interior implica formar
raíces, crecer y dar frutos como un surgimiento interno natural.
Es la alegría del árbol, reconocer su
naturaleza de árbol y verse a si mismo lleno de sus sanos y
sabrosos frutos, dispuesto como un servidor de la vida.
Un arbol no se torna triste, ni es invadido
por la soledad. No se queja cuando llueve o cuando sopla
el viento, no espera ser admirado de lo que cree
merecer. No intenta conseguir
nada.Todo lo creado simplemente refleja su naturaeza, se desarrolla en armonía expresando lo que Es.
Reflexión: Cuando somos encandilados por ilusorias
apariencias, nos alejamos de nuestro objetivo y quedamos
atrapados, adoptando una forma que hasta hemos
llegado a creer que es nuestra, hasta sentimos que no somos esa esencia
amorosa con la capacidad de dar frutos que se
desprenden del amor.
Hemos olvidado dar nuestros dulces frutos en cada rama, sirviendo a la vida y a los seres.
Cuando las ráfagas de vientos nos dejan
desprovistos, nos empeñamos en buscar ansiosos en la superficialidad aquello que nos sirva para sentirnos
admirados cayendo en el engaño y desencanto, cuando tarde o temprano la verdad abre
camino y nos muestra vacíos y nos susurra que no hemos desarrollado nuestra
naturaleza.
Ama porque tu naturaleza da frutos donde verdaderamente
eres conocido, porque te lleva a ser cada día mas
autentico.
Lo propio de nuestra esencia Divina es
Amar. Somos semillas vivientes y nuestro fruto
es vivir expresando lo que somos, transparentando a través de nuestros sentimientos,
pensamientos y acciones la Verdad del Amor.
Ama simplemente porque tu naturaleza es Amor.
Por bella Luz en tu camino
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